miércoles, 13 de mayo de 2009

LA MATICA DE AJÍ

La matica de ají
(Cuento palenquero)

Antonina Valdés
Luis Antonio Escobar

Tomado de la biblioteca Banco cultural de la republica


Antonina Valdés nació en Palenque y nos cuenta ahora en Cartagena, que de niña ella se dormía con el susurro de las historias que le relataba su tía. Especialmente le gustaba el cuento que podría titularse: “La matica de ají”. Nos lo relató muy pausadamente, casi melodiosamente, al estilo de las palenqueras que tienen su dejo o manera de hablar muy contraria a la de las cartageneras que hablan rapidísimamente. Antonina comenzó:

“Una vez, una señora mandó a su niña, hija, a vender unas tripitas, (entresijos fritos). La niña caminó, caminó, caminó pero nada vendió. De pronto, al pasar por una esquina, vio a una viejita leprosa pidiendo limosna. Se acercó a ella y comenzaron a hablar y la niña la acompañó hasta la casa de la leprosa. La bañó, le curó las lepras y cuando regresó al lugar en donde había dejado la palangana con las tripitas no encontró nada y muy preocupada volvió a su casa. La mamá al verla sin nada le pidió la plata. La niña respondió que unos puercos se habían comido las tripas. La mamá llena de rabia la cogió y la enterró en el patio. Cuando llegaron el papá y los hermanitos, preguntaron por la niña. La mamá respondió que la madrina se la había llevado a vivir con ella.

“En el lugar en donde enterraron a la niña nació una matica de ají y una vez que la mamá hizo un sancocho, el papá mandó a Pedrito que fuera por unos ajíes para echarle al sancocho. Cuando Pedrito trató de arrancar un ají, la matica le dijo:

“—Mi hermanito, mi hermanito,
no me arranques el cabello,
que mi madre me ha enterrado,
por una tripita que ha faltado. [El verso es cantado].


“Pedrito regresó asustado y le dijo al papá que la mata de ají hablaba. El papá respondió:
“—¡Cómo va a ser posible! —y dirigiéndose a la otra hermanita de Pedrito le dijo: —Ve tú, Rosita.
“Cuando Rosita llegó y haló un ají, la matica le respondió:

“—Mi hermanita, mi hermanita,
no me arranques el cabello,
que mi madre me ha enterrado
por una tripita que ha faltado. [Lo anterior vuelve a ser cantado con la misma melodía].

“Rosita le dijo al papá que sí era verdad que la mata de ají sí hablaba, la mamá dijo:
“—Estos pelados son embusteros. ¡Qué va a hablar una mata de ají!
“Entonces el papá dijo:

“—De todos modos, vas tú a buscar los ajíes.

“Cuando la mamá llegó a tomar los ajíes, la matica le dijo:

“—Mamacita, mamacita,
no me arranques el cabello
que usted me ha enterrado
por una tripita que ha faltado.
[Vuelve a cantarse la misma melodía].


“Entonces la mamá se puso muy nerviosa, muy asustada y le dijo:

“—No, no, esa mata no habla.

“Entonces el papá fue él mismo a buscar los ajíes y la matica nuevamente cantó:

“—Papacito, papacito,
no me arranques el cabello
que mi madre me ha enterrado
por una tripita que ha faltado".


“Entonces el papá buscó a todos los señores del pueblo y desenterraron a la niñita. Estaba flaquitica, flaquitica y la matica de ají en la cabeza. Mandó a Pedrito, y a cada uno, donde su madrina. Cuando llegó la noche cogió a la mujer, la mató y la hizo presas. Las puso a secar en una cuerda. Al día siguiente llegó la vecina, que era una viejita que no los dejaba tranquilos, siempre pidiendo algo prestado:

“—Vecino, présteme sus tenazas, unas tenazas de candela. Pero, vecino, ¿usted qué hace con tanta carne y aquí solito? ¿Por qué no me regala un pedazo?

“—Cómo no, comadre. Coja ahí lo que quiera.

“Y todos los días regresaba a pedir más carne. Se la comía y no les daba a sus hijos. Cuando la vieja regresó a donde el compadre, comiéndose la última presa, que era la del ñango (coxis), dijo:

“—¿Compadre, y mi comadre ¿dónde está?

“Y le respondió:

“—¿Y la que se comió qué fue?

“Al oír esto, ella se atragantó con el ñango y regresó corriendo a su casa.

“—¡Ay, mis hijos! Tráiganme un poquito de agua. Entonces ellos respondían:

“—No, porque nos coge la muela cordal.

“Y la vieja se murió atoraa”.

Así termina el cuento y la narración de nuestra amiga Antonina. Se podría agregar que, desde luego, existen muchos cuentos, especialmente de la época medioeval, que se relacionan con el descuartizamiento de seres humanos. Bastaría transcribir el “Romance de Margarita o la Blanca Cervatilla”, traducción de Andrés Holguín.

CATALINA LOANGO



La leyenda de Catalina Loango

Yamila Bauzá[1]

Según me contaron su nombre completo es María Catalina Salgado y era una de las muchachas más bonitas y simpáticas en Palenque de San Basilio. Catalina Loango, al igual que otras muchachas de Palenque, tenía entre sus deberes lavar la ropa, buscar agua y pescar en el arroyo. Pero algo la distinguía de las demás muchachas del pueblo, Catalina realizaba sus labores mientras cantaba. Dicen en Palenque que ese era un arte que ella tenía.

Un día cuando Catalina se encontraba en el arroyo La Pepa con otras muchachas del pueblo, se encontró con un pez que incesantemente jugaba con sus pies. Encaprichada en agarrarlo aquella tarde Catalina no quiso irse con las chicas al término de sus labores. 'No tengo preciso si fue durante esa tarde o si Catalina regresó en más de una ocasión sola para agarrar al pez', me aclaró Adancito mientras me contaba la historia, pero lo cierto es que ese capricho por el pez la hizo encontrarse con su destino: quedó encantada por un moán quien disfrazado de pez se la llevó a vivir al fondo del arroyo.

Así fue como el moán encantó a Catalina Loango y se la llevó al fondo del arroyo donde tenía una casa toda hecha de oro. Tenía el mohán sillas de oro, cacerolas de oro y hasta peines de oro. Desde entonces Catalina Loango quedó sujeta a la voluntad del moán que la encantó en el arroyo. Catalina comenzó a vivir en el mundo del moán debajo del agua.

Luego de buscarla durante días enteros, lo único que encontraron sus familiares y amigos fue su porcelana a orillas del arroyo. Algunos dicen que durante los primeros días de la búsqueda de Catalina, al llamarla por el área del arroyo, la voz de Catalina se escuchó diciendo:

—Estoy aquí debajo del agua. El moán no me deja salir.

Sin embargo llegó el día en que la gente se cansó de buscar a Catalina Loango que por algún tiempo no pudo regresar a su casa en Palenque. Como había sucumbido al encanto del moán ahora era otra mujer que vivía de acuerdo a otras leyes y en otra realidad debajo del agua. Un día desesperada Catalina suplicó al moán que le permitiera salir del encanto para acudir al pueblo.

—Moán, por favor, déjame salir del arroyo. Mira que mi mamá se murió y yo quiero ir a cantar en el velorio. He sido obediente contigo y ahora tan sólo me dedico a ti. Por favor, déjame ir al pueblo.
—Está bien Catalina, dijo el moán, pero te regresas pronto pues de lo contrario voy y te busco.

Así que Catalina Loango se 'arrestó' (o sea que se decidió) y salió del fondo del arroyo para acudir al velorio de su madre en su antigua casa. Ya era cerca de la media noche cuando Catalina emprendió el camino desde el arroyo al pueblo. Entonces le invadió un sentimiento muy fuerte, una pena profunda la incitó a cantar en una lengua extraña.

Mientras, en casa de Catalina ya se escuchaban los golpes que Batata, el jefe del Lumbalú, le sacaba al tambor sagrado. Las mujeres mayores ya comenzaban a entonar el coro, otras bailaban moviendo las caderas alrededor del cuerpo de la madre de Catalina que yacía a mitad de camino en el bahareque. Ya se empezaban a levantar los ánimos con el aguardiente, la danza y la música. Entonces se escuchó una voz que parecía incorporarse a este mundo desde el más allá, en cuanto expedía un canto en una lengua extraña. Algunos reconocieron que aquella era Catalina Loango, entonces su canto acaparó toda la otra música que Batata y las coristas entonaban con tanta devoción. Entonces Catalina entró al bahareque y se acercó hasta el cajón donde yacía su madre muerta, cantando su 'baile de muerto' al que llamaron Chimbumbe que dice:

“Chimaniloango, chimaniloango, chimaniloango de Angola, Juan Gungún me llamo yo, Juan Gungún me han de llamá, ma muje...".

A través del canto Catalina iba contando lo que le había ocurrido desde aquel día que se fue al arroyo. Entonces un coro de mujeres en el lumbalú contestó con su:

'Elelo, elelele, lelelelelile, ehhh...'

El canto decía chimaniloango que quiere decir señor de Angola, yo soy Juan Gungún y así me han de llamar mujer. Decía el canto que ya ella no era mujer de este mundo y así le cantaba a su madre que ella tampoco pertenecía a este mundo, mientras le ayudaba en su paso al otro mundo que no podemos ver con los ojos desnudos. Antes de que se cumplieran los nueve días de velorio y 'levantaran el paño', Catalina tuvo que regresar al arroyo. Me dijeron que Catalina Loango se fue luego de que cantó todo lo que sabía cantar y luego de que lloró todo lo que pudo llorar. Sus familiares y la gente del pueblo quedaron perplejos porque Catalina había desaparecido de nuevo.

Ocurrió que un primo hermano de Catalina también murió un día. Catalina volvió a rogar al moán para que la dejara cantar y éste le permitió de nuevo acudir al velorio. Llegó como siempre cantando antes de la media noche y cantó todos los bailes de muerto que ella sabía. Antes de que llegara la novena noche Catalina tuvo que marcharse una vez más para el fondo del arroyo donde la esperaba el mohán. Pero dicen que sus familiares y amigos se las ingeniaron para atrapar a Catalina y la amarraron con 'la estola del pagre' para llevarla hasta la iglesia donde la esperaba el cura del pueblo, quien echándole agua bendita intentó librarla del encanto del mohán. Pero Catalina gritaba y se trataba de liberar: —Ay, ombe, suéltenme, si es que ya yo no soy muje de este mundo—. Entonces dicen que en eso entró el moán a la iglesia y ordenó a todos que la soltaran porque Catalina le pertenecía. Así lo hicieron y Catalina abandonó el pueblo caminando despacio detrás del moán hacia el arroyo. Aún así Catalina volvió a regresar al pueblo cada vez que alguien se moría. Igual aparecía durante la madrugada cantando su Chimbumbe, su propio baile de muerto que narraba su historia cuando fue encantada por el mohán. Entonces se unía al Lumbalú de Palenque de San Basilio y las coristas y los músicos la seguían.

Un día alguien se murió en el pueblo y Catalina ya no regresó más. Dicen que tal vez se había muerto y por esto no regresó jamás. Otros dicen que aún vive encantada por el moán. Cuentan que todavía hay niñas en Palenque que entre días gustan de llamar a Catalina Loango para preguntarle por qué no regresó jamás al pueblo. Catalina a veces escucha estos llamados y emerge del arroyo hasta el pecho para explicarles que aún está encantada y le es imposible volver a Palenque. Entonces las niñas abandonan el arroyo, muertas de la pena por el infortunio de Catalina Loango.

De allí en adelante cada vez que alguien muere, una solista en el Lumbalú se encarga de revivir a Catalina Loango mientras canta el baile de muerto que ella le cantó a su madre la primera vez que regresó al pueblo después de su cautiverio con el moán.

[1] Texto escrito por Yadmilla Bauzá-Múscolo, quien desde 1998 enseña cursos en Humanidades y sobre Teoría Cultural del Caribe en el Recinto de Cayey de la Universidad de Puerto Rico. Profesora e investigadora puertorriqueña


martes, 5 de mayo de 2009

PILER Y OLOPURSOP

Relato del Saila Horacio Méndez
Traducción de Aipan Wakua

Tomado de la historia de mis abuelos


Papa y Nana crearon todo, Papa puso las montañas y los ríos de oro, Nana puso las montañas y los ríos de plata. Papa exclamó, ­Oloiitirtili, Y nana exclamó también Maniitirtili, vino el gran mar, las grandes aguas distribuyeron la tierra. Nacieron grandes islas, surgieron grandes y pequeñas montañas. El gran mar se rompía en el espacio donde se calmaba surgían los llanos, donde las olas se reventaban fuertes, nacían las crestas altas de las montañas. Toda la Madre-Tierra era una masa acuosa, gelatinosa. Era muy niña todavía.

La Madre-Tierra empezó a endurecerse poco a poco. Ella se llamó Nana Olotililisop. Las montañas altas y bajas se endurecieron, se volvieron capaces de dar raíces recias a los árboles, entonces la Madre-Tierra se llamó Nana Ologuadule. Luego se le llamó Napkuana.
Todavía no había árboles, no había plantas. Papa puso entonces un gran río de oro. Nana puso, entonces un gran río de plata. Nana movió las aguas del río. Papa movió las aguas del río. El río se llamó Tulaskuntiwar. Olotulaskuntiwar, Manitulaskuntiwar. Luego Nana y Papa le cambiaron el nombre se llamó Olopurkantiwar, Manipurkantiwar. Papa creó así esta tierra, Papa creó así a Apayala, Purkan Yala; Nació el Purkan (Plantas), y entonces floreció la Madre-Tierra. La tierra abrió sus flores, papa creó todo. Nana creó todo. Brotaron muchos tipos de maíz, de plátano, de yuca, de otoe, de camote.

Vino todo. Tanto los árboles frutales, como los que sirven para la construcción de las chozas o para otras cosas.

Todo llegó. El verdor cubrió el rostro de la Madre - Tierra.
El viento sopló suave y se movieron las nubes, el mar agitó las aletas de los peces entre las rocas. El sol, la luna, las estrellas poblaron el cielo. Todo fué claro y luminoso. Por eso, nuestros abuelos nos dicen que nada llegó en la oscuridad, los astros, los hombres, todo llegó con la luz de Papa, con la luz de Nana. Toda la Madre - Tierra estaba viva y se había madurado, estaba llena de hijos, los árboles, las plantas, los ríos.

Entonces, Papa vio que faltaba alguien para cuidar, para protegerla, para producirla más. Papa comenzó a buscarlo. Mientras, Papa buscaba el defensor de la Madre - Tierra, los truenos rompían el silencio, muy suavemente, haciendo desatar las corrientes de las aguas por las altas cordilleras. Todo era tranquilo, todo era bello. El río salía de la Madre muy levemente. Solo cubría las piedras y la arena de sus orillas. El río llevaba las semillas y sus aguas distribuían las semillas de otoe, la semilla de aguacate, de limón. El machomonte, el saíno, el pavón se paseaban sin miedo. La Madre - Tierra estaba viva. De vez en cuando la Madre - Tierra se extremecía leve y el temblor también reclamaba su trabajo. Sin causar ningún daño. el temblor de tierra bajaba y subía casi sin hacerse notar, los valles, los terrones, las cimas de las montañas. Nivelaba todo y acariciaba también a la Madre - Tierra. Toda criatura defendía su terreno y se cuidaba de no meterse en el de los otros. La madre - Tierra estaba equilibrada porque sus hijos la hacían así.
Para cuidar esta Madre - Tierra, Papa tenía que buscar a alguien que tuviera los sentimientos de él, el espíritu de él. Papa buscó la mejor arcilla, el corazón de la arcilla, la arcilla roja, la arcilla blanca, la arcilla parda. Ocho tipos de arcilla. El hombre debía tener el espíritu de Papa, espíritu de Nana. La mujer debía tener el espíritu de Papa, espíritu de Nana.

Vino Olonaikkapaler y vino también Olonailasop. Papa y Nana les colocaron en un lugar tranquilo. Tenían que trabajar, cuidar, proteger la tierra. Eran los guardianes de la Madre - Tierra. Papa y Nana les dieron su espíritu. Fueron hechos de la arcilla roja, de la arcilla blanca, de la arcilla parda. La arcilla une las comisuras, las separaciones, los tendones de la Madre - Tierra, y así eran los dos. Así debía ser Olonaikk'apaler, y así debía ser Olonailasop. Lo que Papa y Nana habían dejado sobre ellos, debía pasar a su vez, a sus hijos, a los hijos de sus hijos y así hasta nosotros.

Olonaikkapalery Olonailasop disfrutaban de toda la creación. Tanto los vientos como las aguas, las nubes, los animales les ayudaban a cuidar de la Madre - Tierra. Entonces, poco a poco se olvidaron de quién había hecho la tierra. Se olvidaron de Papa y Nana. Los dos empezaron a enseñar a sus hijos hacer lo mismo, a olvidar a Papa y a Nana. Olonaikkapalery Olonailasop escondieron a Papa ya Nana de sus hijos. Ellos no cumplieron con lo que Papa y Nana les habían dicho. Ellos habían venido a cuidar de todos los animales, de todos los árboles frutales, del mar, de las estrellas... pero, todo esto se le volcó encima. Toda la naturaleza se reveló. Los árboles antes rectos y que daban sombra a los ríos, se retorcieron y cayeron sus hojas. Las hormigas que trabajaban silenciosas abonando a la Madre - Tierra, comenzaron a roer las hojas de las plantas, a picar a los hombres. Las aguas que llevaban las semillas a las mejores tierras, o repartían el humus a lo largo de los ríos, se reventaron contra las peñas y sacaron de cuajo a los plátanos, a los otoes, a las yucas.

Entonces, Olonaikkapaler tomó otro nombre, se llamó Olopolopeler. Olonailasop también cambió de nombre y se llamó Olopursop. Los dos empezaron a traer los desastres, los dos no habían venido para esto. Habían venido a cuidar, a proteger, a producir a la Madre - Tierra. Olopilipeler es el mismo Piler. Y Olopursop es la misma Pursop.
Piler, sus hijos y Pursop hacían más aliados. Se aliaron con monstruos marinos, se aliaron con cocodrilos, se aliaron con ballenas. Se aliaron con avispas atroces, se aliaron con el mismo odio a toda la armonía y equilibrio.
Cuanto más pasaban los años, cuanta más sangre corría, Piler, sus hijos, su mujer y sus aliados, descubrían más azotes contra la Madre - Tierra, descubrían nuevas maneras de meter miedo, de burlarse, de eliminar a los hijos de la Madre - Tierra.

La Madre - Tierra lloraba y La Madre - Tierra era Napkuana. Cada vez Piler se sentía y se hacía Papa y Pursop también seguía a su marido. Los hijos buenos de la Madre - Tierra, cuando veían la muerte de sus hermanos, querían alzarse y Piler, sus hijos, Pursop y aliados, se precipitaban con mayores tácticas de muerte, tácticas de engaño, tácticas de burla, de caos.
Papa lo veía todo. Nana lo veía todo. Papa tenía entre sus manos el látigo de oro. Nana tenía entre sus dedos el látigo de plata. Cuando Papa creó, formó y tembló a la Tierra - Madre, también la rodeó de protectores, también la circundó de aliados. Papa y Nana lo han previsto todo. Cuando Napkuana lloraba, Papa ya había encontrado la respuesta a sus lágrimas. Ya Nana había encontrado la respuesta a sus lágrimas.

Así como Piler y sus hijos bajaban a las capas inferiores de la tierra a aliarse con otras fuerzas en contra de los buenos hijos de la Madre - Tierra. Así también junto a ellos puso Papa su contra.
" Los Kaupisailakan, los ukkurwalsailakan" tenían también su morada ahí. Pero alguien debía venir a despertartos. Alguién debía decir a los hijos de la Madre - Tierra, que la familia de Piler y sus aliados podían ser vencidos.

Pasaron muchos años, pasaron muchos siglos, pasaron muchas muertes. La Madre - Tierra pasaba los años;de dolor en dolor, de lágrimas por los hijos que caían bajo la furia y la diversión de Piler y sus aliados.
Entonces, Papa hizo brotar a un grupo de hombres, hijos de la misma Madre - Tierra. Hijos de las lágrimas de la tierra, de Napkuana. Eran ocho hermanos, los ocho hermanos nacieron muy pobres, nacieron muy abandonados, nacieron sin mamá porque la mamá había sido tragada por los aliados de Piler. Los ocho hermanos eran: Olowaipinialer, OI'ler, Olowikapippiler, Olosunnipeler, Uutur, Olokailipippiler (Olokuatkuattule). Pukasui (Ikuaopiniappiler), Olouaili (Olotakikiyai.)

Los ocho hermanos crecieron sufriendo con la Madre - Tierra. Crecieron bajo el dolor que causaban Piler, Pursop y sus aliados. Los ocho hermanos supieron leer las huellas de Papa, las huellas de Nana. las huellas que había enlodado la familia Piler. Los ocho hermanos supieron llegar a percibir lo que Papa había querido que fueran los hombres, lo que Nana había querido que fueran los hombres. Los ocho hermanos recogieron las lágrimas de la Madre - Tierra. Los ocho hermanos se levantaron para devolver la alegría a todo lo creado, a la madre - Tierra. Eran hermanos muy unidos y por eso pudieron defender a la Madre - Tierra.

Ellos crecieron muy pobres, llorando bajo el terror de la familia Piler. Las ranas fueron sus tutores, y las ranas les engañaron cuando eran niños, porque creyeron que eran sus mamás, pero ellos mismos lucharon contra la mentira. Los hermanos, los ocho hermanos decían "Papa ha creado una hermosa Madre - Tierra, nos ha dado miles de hermanos, toda la naturaleza es nuestra hermana". Nana hizo correr las aguas de plata por el cuerpo de Purkantiwar.
Papa hizo viva a la Madre - Tierra, Nana la hizo alegre con miles de pájaros que aleteaban por las montañas saludando a la Madre - Tierra con sus cantos y silbos.

Nuestros sailas, cuentan que los ocho hermanos encontraron a la Madre - Tierra llorando en las esquinas, llorando sus hijos muertos, sus hijas muertas. Ya los hermanos les dolió fuerte ese dolor de la madre. Y el dolor le llegó hasta las fibras hondas de sus corazones. La mujer, la única mujer entre los hermanos alentó a sus hermanos y ella también luchó para liberar a la Madre - Tierra, para devolver las riquezas a la Madre - Tierra. Y hubo una lucha muy grande. Y vencieron los ocho hermanos. Así cuentan nuestra historia, y así lo decimos.
MITO DE CREACIÓN PUEBLO TULE
GOLFO DE URABÁ

MITO KOGUI


Primero estaba el mar.Todo estaba oscuro. No había sol, ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas.Sólo el mar estaba en todas partes. El mar era la madre.Ella era agua y agua por todas partes y ella estaba en todas partes.Así, primero sólo estaba la madre…

La madre no era gente ni nada, ni cosa alguna.Ella era Aluna.Ella era espíritu de lo que iba a venir y era pensamiento y memoria.Así la madre existió sólo en Aluna, en el mundo más abajo, en la última profundidad, sola.

Entonces cuando existió así la madre, se formaron arriba las tierras, los mundos, hasta arriba donde está hoy nuestro mundo.Eran nueve mundos y se formaron así: primero estaba la madre y el agua y la noche.No había amanecido aún.La madre se llamaba entonces se-ne-nuláng.También existía un padre que se llamaba katekéne-ne–nuláng.Ellos tenían un hijo que se llamaba búnkua-sé.Pero ellos no eran gente, ni nada, ni cosa alguna.Ellos eran Aluna.Eran espíritu y pesamiento.Eso fue el primer mundo, el primer puesto y el primer estante.


Cuando nacieron los primeros padres del mundo, ellos empezaron a secar la tierra. Empujaron el mar más allá e hicieron zanjas para secar el piso y caños para navegar por el agua.La madre bebió la mitad del mar.Montañas se formaron de la tierra y el agua se retiró.


Cuando los padres del mundo hicieron la casa en el cielo, se reunieron y bailaron y cantaron y decidieron hacer la tierra. Pero primero estaba el mar.Y el mar era la madre.La madre era pensamiento.Y el pensamiento era Aluna.

Mito kogui  tmado de Los  kogui   Tomo II   Reichel Dolmatof

TRADICIÓN ORAL DEL PUEBLO KÁGGABA O KOGUI

SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA

Literatura Popular y Etnoliteratura

LITERATURA POPULAR Y ETNOLITERATURA